En primer lugar definiremos este concepto. La oratoria es el arte de expresarnos con elocuencia ante un determinado público. ¿Qué significa “con elocuencia”? pues es hablar con fluidez y propiedad para intentar convencer al auditorio al que nos enfrentamos. Por lo tanto hablar en público no implica solo presentar nuestras ideas, si no que necesitaremos plasmarlas de una determinada manera.
¿Alguna vez has ido a una presentación y te has quedado “embobado” viendo al conferenciante? ¿Te ha cuestionado mucha de tus ideas? Ésta es la sensación que produce un buen orador. A continuación os explicaremos algunas de las cualidades para hablar en público.
Para ser un buen orador, es necesario poseer una serie de cualidades:
Autoconomiento
Es importante que buen orador se conozca. Que sepa cuales son sus puntos fuertes y débiles y conocer sus habilidades. Así es mucho más fácil construir discursos que funcionen.
Personalidad
Tener una personalidad potente nos ayudará a sentirnos más seguros con nosotros mismos y a que nos se nos coma el miedo. Además gracias a nuestros rasgos podemos crear marca y un estilo propio que nos diferencie del resto de ponentes.
Pasión
Es otra de la cualidades de un buen ponente, la pasión. Se nota cuando un discurso se transmite con pasión ya que lo deja “grabado” en todas los asistentes.
Invención
Para hacer una ponencia interesante , es necesario poner a prueba toda nuestra maquinaria creativa y crear discursos claros pero con un “push” para no aburrir al auditorio
Conexión
Es importante conocer al público al que nos dirigimos para saber qué puntos tenemos en común y poder crear vínculos con la audiencia.
Claridad
Relacionado con los puntos anteriores, es importante que el discurso sea claro y evitar la terminología especializada y el lenguaje confuso. También es importante usar frases cortas y metáforas.
Seguridad
Hay que evitar tener miedo al ridículo y a fallar porque somos humanos y podemos fallar. Es importante mantener la tranquilidad y dar la sensación de seguridad al auditorio.
Sensibilidad
Los discursos que más funcionan son los que apelan a los sentimientos. Para ello es bueno que trabajemos nuestros rasgos de sensibilidad y utilizarlos. Eso si, tenemos que evitar caer en la “sensiblería”
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