“Es una historia conmovedora sobre la realidad política versus lo mejor de
la naturaleza humana. Somos de naturaleza animal y por tanto destruimos lo que amamos por intereses y fines egoístas, y a la vez somos torturados por
el sentimiento de que existen otras opciones si tuviéramos la fuerza para
realizarlas. En las cuestiones políticas de hace 400 años encontramos los
mismos interrogantes con los que luchamos hoy en día”.Estas palabras son
de Roland Joffé sobre “La Misión”, con motivo de la salida al mercado del
dvd de una estupenda edición especial de esta película.
Estas palabras de Joffé las he puesto más que nada porque definen más o menos lo que es la
película y los temas que vienen a tratar: el ser humano es autodestructivo
por naturaleza. Allá donde va arrasa con todo, destruye culturas milenarias,
destruye la armonía entre los pueblos. Pero para ver esto no hay que
remontarse hasta 1750 (que es la época en que se acontecen los hechos
narrados en la película), sino que lo vemos ahora también. Por otra parte
hay que decir que la “misión evangelizadora” y la creación de estas
misiones, aunque nefastas para la supervivencia de antiguas culturas
milenarias, (aquí estamos en la América Latina, pero bien podríamos ceñirnos
a África) crearon una tabla de salvación para estos pueblos que se
refugiaban en estas misiones para evitar caer en el yugo de la esclavitud
aún existente.
En esta (y aún no le he dicho) fascinante y maravillosa película, se recrean
las misiones fundadas por los jesuitas en los actuales territorios de
Brasil, Paraguay y Argentina (territorios que en 1750 se repartían las
potencias coloniales de Portugal y España). Esta misión evangelizadora se
centraba en la cultura de los indios guaraníes, habitantes de estos
bellísimos parajes de la América Latina. Gente en armonía con la naturaleza
más salvaje. No obstante estas misiones jesuitas, además de llevar esta
misión evangelizadora a estos pueblos indígenas, también los adoctrinaban en
un sistema igualitario. y esto no lo veían bien las monarquías totalitarias
de España y Portugal, que capturaban a estos indígenas para someterlos a la
esclavitud. La Iglesia aceptó los intereses de estas monarquías y ordenó que
las misiones jesuitas desaparecieran de estos territorios. Algunas de estas
misiones se negaron y lucharon contra el expansionismo hispano-portugués
(como es el caso de este film).
La película se basa en hechos reales. Que sean más o menos fidedignos a la
historia ya es otra cosa, y en los cuales no me voy a meter porque no soy un
especialista en este tema. Roland Joffé, después de la elogiada y oscarizada
“Los Gritos del Silencio” se embarcó en esta historia épica que recreaba la
historia de la misión de San Carlos, en las cataratas de Iguazú, allá por
mediados del siglo XVIII. Narra la historia de un jesuita, el Padre Gabriel
(impagable Jeremy Irons), que se le encomienda un nuevo destino: hacerse
cargo de la misión de San Carlos, ahora vacía por la muerte, a manos
indígenas, del jesuita que se hacía cargo de dicha misión. Por su parte, un
mercenario, asesino y traficante de esclavos, Rodrigo Mendoza (interpretado
magistralmente por el siempre soberbio Robert de Niro), inicia un camino de
auto-culpa y redención por el asesinato de su propio hermano (interpretado
por Aidan Quinn). La culpa lo tortura sin piedad. Es entonces cuando las
historias del Padre Gabriel y Mendoza se cruzan. Al Padre Gabriel se le
encomienda la misión de enderezar a Mendoza llevándoselo a San Carlos. Es en
su camino hacía San Carlos, cuando Mendoza inicie su personal camino de
penitencia y redención. Ahora se verá destinado a convivir con los que antes
eran sus enemigos y “mercancías”. Rodrigo se enamora de esa cultura y esa
gente a la que antes perseguía y exterminaba. Ahora defenderá los ideales
jesuitas y la misión junto al padre Gabriel y sus acólitos. La decisión de
la Iglesia (presionada por España y Portugal) de abandonar las misiones en
estos territorios, por el establecimiento de nuevas fronteras y siendo los
nuevos dueños los portugueses, pondrán al Padre Gabriel y Mendoza en una
difícil decisión: abandonar al pueblo guaraní a su suerte o bien, defender
la misión de San Carlos por las armas y rompiendo el voto de no-violencia.
Mientras Gabriel utiliza como únicas armas la fe, Mendoza luchará a golpe de
espada. Son dos aspectos que marcan las diferencias de uno y otro. Aunque el
amor hacia es pueblo será algo que los una en el fondo.
La película es preciosa tanto en su fondo como en su propuesta visual. La
redención, la penitencia, la búsqueda de la libertad de los oprimidos contra
la opresión de las grandes potencias coloniales (crítica al carácter
autodestructivo del hombre). y esa preciosa relación entre Mendoza y el
Padre Gabriel que culmina en el final de la película. Todos estos temas
están presentes en tan fascinante película. Ésta cuenta con incontables
imágenes de gran belleza. Tan sólo mencionaré unas cuantas: por supuesto, la
primera escena del jesuita crucificado cayendo por las bellísimas cataratas
de Iguazú (si bien es bastante trágica, la escena es de una belleza
sublime); merece la pena recalcar también esa escena en que Irons tiene el
primer encuentro con los indios guaraníes, mientras toca con su oboe ese
precioso tema central presente en la magistral y soberbia partitura de
Morricone. Por último, quiero remarcar dos escenas más: el camino de
penitencia que asume Mendoza/De Niro hasta la misión de San Carlos, cuya
cima significará el fin de la penitencia y el inicio de una vida nueva (esa
escena en que De Niro, una vez llega arriba, rompe a llorar, desprendiéndose
de esa carga tan pesada que era a la vez la cosificación de toda esa carga
emocional que torturaba la psicología de este personaje y la libertad de
todo pecado) y por supuesto ese nihilista final, soberbio y emotivo a más no
poder, conteniendo en sus imágenes gran fuerza dramática.
La puesta en escena de Joffé es magnífica. mostrándonos y recreándose en las
preciosas imágenes de la selva tropical excelentemente fotografiadas por
Chris Menges. Su guión es otro de sus aciertos, conteniendo un gran
tratamiento en las psicologías de los personajes (sobretodo en ese torturado
De Niro y su busca de la redención). Aunque bien es cierto, que hay algunos
aspectos tratados más superficialmente, como el personaje del hermano de
Mendoza interpretado por Aidan Quinn. El plantel de actores es inmejorable e
irrepetible: Irons y De Niro ofrecen un recital interpretativo de una
calidad extrema. Sin duda es de lo mejorcito de la película, ofreciéndonos
unos papeles irrepetibles. Pero además del irrepetible duelo interpretativo
entre estos dos actores fuera de categoría (fe y espada juntas luchando por
un mismo motivo), nos hallamos, aunque más ensombrecidos, a actores como
Liam Nesson, Aidan Qinn o Ray McAnnally en buenas interpretaciones. Los
aspectos técnicos son impecables y soberbios, residiendo parte del atractivo
de la película en estos apartados: como he citado antes, la fotografía de
Chris Menges (Oscar en1986) es excelente, realzando magistralmente esos
preciosos paisajes de la selva tropical que Joffé se recrea en mostrarnos.
Su vestuario y dirección artística también son aspectos impecablemente
cuidados. Pero lo que de verdad llama la atención es, y como he citado antes
por ahí, la bellísima y magistral banda sonora de este genio que es Ennio
Morricone (sin duda alguna, una de las mejores composiciones del maestro). Y
es que esta partitura, ensalza de manera casi mística las mejores y más
emotivas escenas de la película. es difícil recordar una secuencia de la
película sin recordar el tema que sonaba (“On Earth As It Is In Heaven”,
“Falls”, “Gabriel’s Oboe” o “Miserere”, son algunos de los temas más bellos
de esta soberbia partitura). En fin. es “La Misión” un título indispensable
en cualquier dvdteca (o videoteca) de todo cinéfilo que se precie. Preciosa
en todos los sentidos.
La Misión (1986) de Roland Joffe - AlohaCriticón (alohacriticon.com)
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