Diamante de sangre no es solo el título de una reconocida película, protagonizada por el actor Leonardo DiCaprio, dirigida y producida por el estadounidense Edward Zwick en el año 2006 y estrenada en España un año más tarde.

De esta forma también se denominan los diamantes que provienen de países productores que se encuentran inmersos en conflictos armados. La extracción y comercialización de las piedras preciosas se realiza en condiciones de explotación laboral e incumpliendo los derechos humanos.

En una acción conjunta con el sector del diamante, en el año 2005 la ONU elaboró un texto (resolución 55/56) para certificar el origen legítimo de estas piedras y establecer un estándar que debe seguirse para su adecuada explotación y venta.

Conocido como el Proceso Kimberley, no solo va dirigido a las compañías que realizan los trabajos sobre las minas, sino que pretende también establecer un mejor control en toda la cadena productiva, desde el origen hasta el final.

‘Diamante de sangre’: un duro reflejo de Sierra Leona

La película, nominada a cinco premios Óscar y ambientada en la guerra civil que vivió Sierra Leona entre 1991 y 2002, cuenta la historia de dos personajes, Danny Archer (Leonardo DiCaprio) y Solomon Vandy (Djimon Hounsou), a quienes les une el deseo de encontrar un diamante que puede cambiarles la vida.

Algunos años antes, cuando Solomon trabajaba de forma forzosa en una de las minas más importantes del país, encontró un valioso diamante, que decidió conservar pese a que ello podría haberle causado la muerte, tal como les ocurrió a muchos de sus colegas.

Dicho diamante, de un valor incalculable, encarnaba la única opción de que Solomon pudiera forjarse una vida mejor en otro país, quizá en Europa, y a la vez emprender la búsqueda de su hijo, quien al inicio de la guerra fue obligado a combatir en las filas de uno de los bandos en conflicto como niño soldado.

Archer, que se dedica al intercambio de diamantes por armas, se entera de la existencia del diamante de Solomon y entra en contacto con él para encontrarlo.

Mientras tanto, a la trama se suma la periodista Maddy Bowen (Jennifer Connelly), una corresponsal estadounidense en Sierra Leona empeñada en sacar a la luz la verdad sobre el comercio de diamantes, especialmente la complicidad de los responsables de la industria con los traficantes que luego los comercializan.

Uniendo esfuerzos, Archer y Solomon se internan en el territorio de los grupos rebeldes con la única idea de recuperar el diamante, que tiene un singular aspecto rosa. A la vez, Solomon no pierde la esperanza de encontrar a su hijo.